viernes, 19 de agosto de 2022

LA RESTAURACIÓN DE MINISTROS - DOCUMENTO DE POSICIÓN UPCI

 LA RESTAURACIÓN DE MINISTROS 

Adoptada por la Conferencia General en 1990

Desde el Jardín del Edén hasta la Nueva Jerusalén, la Biblia traza el plan de Dios para restaurar hombres caídos a Sí mismo. El enfoque de este plan es Jesucristo, quien como Dios manifestado en la carne era el sacrificio sustituto que abrió la puerta del perdón, justificación, regeneración, santificación y reconciliación. “Porque ciertamente Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo así” (II Corintios 5:19). 

Las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo ilustran que Dios quiere reconciliar para sí aquello que se había perdido por el pecado del hombre. Las tres parábolas enfatizan la recuperación de algo perdido, y mientras que estas solamente pueden reflejar el deseo de Dios de salvar a la humanidad perdida, estas igualmente pueden revelar el deseo de Dios de restaurar a Cristianos caídos. Esto es especialmente cierto en la parábola del hijo pródigo, que se fue de casa, vivió pecaminosamente, se arrepintió, y regresó para pedir perdón y poder ser un siervo. Por supuesto, el padre lo restauró como hijo, ilustrando que los caídos que son restaurados tienen el mismo estado que el que tenían antes de caer. 

Juan escribió: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (I Juan 2:1-2). En este pasaje Juan aclara que la misma “propiciación” quita los pecados cometidos por Cristianos y los pecadores que están viniendo a Dios por primera vez. 

Juan también escribió que los Cristianos han de orar para que un hermano que peca sea perdonado: “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.”(I Juan 5:16-17). Como que Jesús dijo que había solamente un pecado el cual no podía ser perdonado, el pecado de blasfemia contra del Espíritu Santo (Mateo 12:3; Marcos 3:28-29), casi todos los Cristianos caídos pueden ser restaurados. 

Gálatas 6:1 específicamente instruye a los Cristianos “espirituales” que restauren a los hermanos que han sido “sorprendido en alguna falta.” La oración, quizás el primer y más importante paso en la restauración de un hermano caído, debe ser seguida por otros pasos para ayudar a la persona caída a recuperar su lugar con Dios y con la iglesia. En I Corintios 5:1-13 Pablo encaró un problema en la iglesia donde un hermano había cometido fornicación con la esposa de su padre. Aparentemente la iglesia no condenó el pecado ni removió al hermano pecador de la membresía de la iglesia. Por esto Pablo los reprendió duramente y los instruye a que “este sea entregado a satanás para muerte de la carne ...[a] limpiar la vieja levadura, para que seáis nueva masa ... [y] que no os envolváis con los fornicarios de este mundo ...mas ahora os he escrito, que no os envolváis, es a saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón, con el tal ni aún comáis.” Esta iglesia debía de cortar su relación con el hermano que cayó en el pecado de fornicación.

Se presenta la pregunta: ¿Un fornicario debe ser restaurado a la iglesia si se arrepiente? Aparentemente la reprensión de Pablo causó que el fornicario fuera desechado de la iglesia aún después que se arrepintió. Por esto, Pablo, en su segunda carta a la iglesia de los Corintios los instruyó a restaurar al fornicario arrepentido como hermano Cristiano: “Bástale a tal esta reprensión hecha de muchos; así que, al contrario, vosotros m?s bien lo perdonéis y consoléis porque no sea el tal consumido de tanta tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor hacia Èl”. (II Corintios 2:6-8).

Jesús nos habló que el perdón de nuestras ofensas depende de nuestro perdón de los que nos ofenden (Mateo 6:14-15). La Biblia nos exhorta a ser “los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.” (Efesios 4:32). Solamente en un clima de benignidad, de misericordia y perdón puede lograrse la restauración; un clima duro de juicio actúa contrario al amor y misericordia de Dios.

La Biblia claramente nos enseña que cada Cristiano que le falla a Dios, excepto aquel que blasfema contra el Espíritu Santo, puede ser restaurado a salvación (Mateo 12:31; Marcos 3:28-29). Por lo tanto, la restauración incluye a laicos y a ministros, aún si ellos cometen fornicación, caen presos a la avaricia, se vuelven borrachos, pierden el control, o vuelven a la adoración de ídolos. Mas aún, todos los que son restaurados son libres de condenación ante Dios y deben ser bienvenidos y confiados en la iglesia.

La Biblia no está tan clara en cuanto a la restauración de una persona al liderazgo en la iglesia. Sin embargo, esta palabra “restauración” significa el regreso al lugar, favor o aceptación original. Su uso en Gálatas 6:1 trata con la restauración a salvación y no a una posición dentro de la iglesia. Usar este versículo para enseñar algo mas que la restauración a la salvación lo extiende mas allá de su contexto Bíblico.

La restauración de un ministro caído encuentra a lo mejor, un apoyo débil en el Antiguo Testamento. Es cierto que el Rey David fue restaurado a Dios después de su pecado con Betsabet, incluyendo adulterio y muerte, y que no fue quitado de su cargo de rey sobre la nación de Israel. Pero la posición de rey no es un tipo de ministerio del Nuevo Testamento, lo cual está moldeado más bien sobre el sacerdocio y los profetas. Aunque David profetizó y escribió escrituras proféticas después de su restauración, aún sus salmo de arrepentimiento, David no era reconocido como profeta como lo fue Natán. David no ocupó el cargo de profeta. En otras palabras, durante su vida, David fue reconocido como rey y no como profeta. Quizás sus escritos proféticos pueden ser comparados con los dones espirituales de I Corintios 12 y 14, pero es dudoso que su vida pueda servir como un tipo de ministerio del Nuevo Testamento.

Buscamos en vano algún profeta que cayó y que fue restaurado a su posición o de un sacerdote que se corrompió y fue restaurado a su sacerdocio. Mientras que alguna restauración de estos líderes religiosos pudo haber ocurrido, el Antiguo Testamento mantiene silencio sobre la restauración de los profetas y sacerdotes.

El mismo silencio prevalece en el Nuevo Testamento, puesto que no hay ejemplos de un ministro que se apartó de Dios y de la iglesia y haya sido restaurado a su ministerio. Esto no significa que no haya caído ningún ministro, puestos que todos los discípulos en alguna manera fallaron a Jesús durante su juicio y crucifixión. Juan Marcos dejó las misiones aparentemente por un problema de carácter y Pedro mostró prejuicios contra los gentiles para complacer a los Cristianos judíos.

En el tiempo de la crucifixión, el fracaso de dos discípulos resalta, la traición de Judas a Jesús y la negación de Pedro de Èl. Para estos dos hombres, Jesús, aparentemente ofreció la oportunidad de ser restaurados, pero solamente Pedro encontró restauración. Judas trató de deshacer su acción y, habiendo fallado, cometió suicidio. Por otra parte, Pedro lloró amargamente con dolor y lamento sobre su pecado y fue restaurado al favor de Dios y aún a su apostolado. La restauración de Pedro es el ejemplo más cercano a un ministro restaurado en el Nuevo Testamento, pero el ejemplo no es perfecto ya que el pecado y la restauración preceden al día de Pentecostés, la fecha del nacimiento de la iglesia.

¿Qué podemos inferir por el silencio de la Biblia a cerca del tema de la restauración de un ministro? Por lo menos tres respuestas son posibles: (1) El silencio indica que los ministros han de ser restaurados a salvación de la misma manera que otros caídos, y esta restauración incluye su ministerio en la iglesia. (2) El silencio indica que la restauración de un ministro caído al ministerio no es posible. (3) El silencio indica que Dios ha delegado la autoridad a la iglesia para establecer los límites y desarrollar el proceso de restauración de ministros caídos en el ministerio. La Iglesia Pentecostal Unida Internacional ha seguido la tercera interpretación

Una organización enfrenta diferentes preguntas al decidir quien puede ser restaurado al ministerio: (1) ¿Puede un ministro que ha cometido un pecado sexual, tal como fornicación o adulterio, ser restaurado al el ministerio? En otras palabras, ¿Son los pecados sexuales tan diferentes de otros pecados que descalifican para siempre a la persona de ser restaurado al ministerio? Mas aún, si un pecado sexual cometido por un ministro lo descalifica para siempre del ministerio, ¿Un pecado sexual descalifica a un pecador de llegar a ser un ministro? (2) ¿Deben ser tratados igualmente todos los pecados sexuales? (3) ¿Puede un ministro que ha cometido un pecado violento tal como asesinato o intento de asesinato ser restaurado al ministerio? (4) ¿Puede un ministro que ha cometido un grave crimen en contra de la sociedad ser restaurado al ministerio? (5) ¿Puede un ministro que se ha alejado de la fe por una falsa religión tal como la idolatría ser restaurado al ministerio?

El Nuevo Testamento hace una lista de diferentes calificaciones para ministros en I Timoteo 3:1-7; I Timoteo 6:11; II Timoteo 2:22-25; Tito 1:5-9, así como en otras partes. Estas calificaciones Bíblicas sirven como guías para otorgar licencias y restaurar a ministro caídos al ministerio. Mas aún, los ministros del Nuevo Testamento sirven como ejemplo para nosotros seguir. Un ministro, Demás, quien abandonó a Pablo y regresó a los placeres del mundo, nos sirve como advertencia contra el amor de este mundo. Con estas calificaciones y ejemplos, y con la guianza del Espíritu Santo, un cuerpo de gobierno de la iglesia puede establecer calificaciones para el ministerio y establecer linderos y procedimientos para la restauración en el ministerio de predicadores caídos.

Una de las calificaciones para el cargo de obispo es de que “debe de tener buen testimonio de los de afuera” (I Timoteo 3:7), indicando la importancia de la reputación de un ministro. El comité notó que de acuerdo a Proverbios 6:32-33 el adulterio trae reproche que nunca puede ser borrado: “Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de entendimiento. Corrompe su alma el que tal hace. Plaga y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será raída.”

Si una comparación de I Timoteo 3:7 y Proverbios 6:32-33 es interpretada para descalificar a un ministro caído de ser restaurado en el ministerio, la misma interpretación excluiría también a cualquier persona que comete adulterio antes que entre al ministerio, aún si el pecado es cometido antes de la salvación. El interpretar la frase en I Pedro 4:17, “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios,” como decir que el reproche de adulterio es removido por la sangre de Jesús cuando una persona viene a la iglesia, pero que la misma sangre no puede limpiar el reproche sobre un Cristiano que comete adulterio - falla en interpretar correctamente el versículo. Mientras que el nuevo convertido inicia una nueva vida con sus pecados lavados, es igualmente cierto que un Cristiano que peca y se arrepiente también ha lavado sus pecados.

En la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, la restauración de un ministro caído está limitada a aquellos que no cometen pecados sexuales: “Cualquier ministro afiliado con nuestra organización que sea probado culpable de adulterio o fornicación o de cometer cualquier otra ofensa inmoral, debe entregar sus credenciales inmediatamente. En caso de que un ministro confiese por escrito una conducta inmoral y entregue su tarjeta de membresía, no se le concederá ningún juicio. En tal caso tal ministro nunca podrá calificar para ser reincorporado el ministerio de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional..” (Artículo VII, Sección 9, Párrafos 2-3, Manual de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional).

Un ministro caído puede ser usado en su iglesia local bajo la dirección de su pastor. Aunque este nunca puede obtener sus credenciales ministeriales de nuevo, puede sentirse restaurado no solamente ante Dios sino también a un rol activo en la iglesia.

A todos los ministros deben extender la mano de misericordia, compasión y amor en un esfuerzo de restaurar a ministros caídos. Debemos restaurarlos no con juicio duro sino en un espíritu de mansedumbre y amor, tomando en cuenta de que no fallemos nosotros mismos a Dios. Esta es la admonición de la Biblia.

“Hermanos, en caso de que alguien se encuentre enredado en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguien estima que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, examine cada uno su obra, y entonces tendrá motivo de orgullo sólo en sí mismo y no en otro; porque cada cual llevará su propia carga. El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará. Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.” (Gálatas 6:1-10).


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